jueves, 17 de noviembre de 2011

¿Dioses y hombres?


En De dioses y hombres (Des hommes et des dieux), que obtuvo el Gran Premio del Jurado y el Premio del Jurado Ecuménico en el Festival de Cannes en 2010, el director francés Xavier Beauvois parte de un hecho real, el secuestro y el asesinato de siete monjes de la orden de Císter en Argelia durante 1996 en medio de la guerra civil entre gobierno e islamistas, para articular una reflexión en torno a la religión y la convivencia interreligiosa.


Beauvois se cuida de señalar al final del filme que la identidad de los asesinos y la circunstancias de la muerte de los monjes permanecen en silencio, aunque él mismo tome partido entre las distintas hipótesis y adjudique (dentro de la lógica del propia filme) la autoría a una guerrilla radical islamista. A pesar de ello, es notoria la voluntad de Beauvois por deslindar lo que él estima los principios ideales que proponen las religiones y los hechos que los hombres realizan en su nombre, especialmente en el caso de los musulmanes. De hecho los monjes de la orden de Císter mantienen una relación fraternal con la comunidad musulmana local: ofrecen ayuda médica gratuita, cultivan la tierra del monasterio y comercian los productos que elaboran, conviven, dialogan y participan de los festejos de los musulmanes. Son estos mismos musulmanes los que censuran desde otra lectura del mismo Corán la violencia que practican los grupos islamistas radicales que amenazan a la propia comunidad y su relación con los monjes católicos. El ascenso de los grupos fundamentalistas musulmanes y la creciente corrpción e inestabilidad del gobierno local (gérmen de la guerra civil en marcha) conduce a los monjes a la encrucijada central del filme: marcharse del país o permanecer a pesar de la creciente violencia. Este dilema detona una serie de reflexiones y debates al interior de la comunidad que él propio Beauvois aprovecha hábilmente para entroncarlos con la premisa principal del filme. Frente a la guerra y la muerte los monjes se cuestionan sobre la naturaleza de su responsabilidad con la comunidad local, la posibilidad del martirio, el sentido de entregarse a una muerte segura, las consecuencias de una posible marcha, la fragilidad de la fe, el miedo a la muerte, su condición de monjes, la ausencia y el silencio de Dios frente a sus preguntas y plegarias, la violencia y el horror que habitan el mundo, para finalmente decidir con plena convicción y seguridad que deben permanecer a pesar del riesgo inminente.  En una de las secuencias más memorables del filme, Beauvois muestra como los monjes a través de su personalísima convicción religiosa atisban el sentido de la belleza y la fragilidad de la vida en medio del horror y plenamente conscientes de su mortalidad: departen en silencio con vino, comida y música como reivindicación de la fraternidad humana. Despúes de ser secuestrados y antes de ser conducidos a la muerte a través de un paisaje nevado, Beuavois recupera un mensaje final del líder de los monjes, Christien, que reivindica la inocencia de Argelia y del Islam por su muerte, que declara su fe en una vida ultraterrena donde se alcance a comprender la naturaleza de Dios en tanto padre universal de todos los hombres al margen de los distintos credos. Y es que para Beauvois, como ya se ha dicho, las distintas religiones no son incompatibles entre sí (la relación monjes-musulmanes) porque finalmente el fundamentalismo (los grupos radicales islamistas) no representa la verdadera esencia de la religión sino su perversión final. En este sentido, la lectura de Beauvois puede parecernos demasiado optimista y su juicio bastante indulgente en torno a la verdadera naturaleza de las religiones: ¿cuántas citas en el propio Corán rebaten las declaraciones de afecto por los infieles? ¿cuántos hechos históricos desmienten la posibilidad de una convivencia civilizada entre los monoteísmos o entre los monoteísmos y los no creyentes? La relación armoniosa entre los monjes de Císter y los musulmanes no es a causa de la religión sino a pesar de ella. Vale la pena recuperar una cita de Pascal a la que acude el hermano Luc, el médico del monasterio: los humanos no hacen mal tan rotunda y alegremente sino es por causa de cuestiones religiosas

No hay comentarios:

Publicar un comentario