jueves, 27 de octubre de 2011

Elogio del bebedor

Desconfio de los abstemios, me parecen sospechosos. Lo hago por varias razones: la primera de ellas es que soy un bebedor habitual y que hasta nuevo aviso el consumo de alcohol no ha tenido un influjo negativo en mi vida. A eso se suma que prácticamente la totalidad de mis amigos son también bebedores (aunque en diferentes niveles y con diferentes gustos). La tercera razón es consecuencia de las dos anteriores: las más memorables conversaciones de mi vida han sido con alcohol de por medio. Todo a propósito de un cierto fenómeno entre la clase política mexicana: los denuestos y insultos en torno al consumo de alcohol se han vuelto comunes. En defensa del bebedor quiero citar un caso ejemplarísimo de la historia: en la actualidad Adolf Hitler sería un caso modélico de corrección política para los puritanos y un paradigma de habitos sanos. El dictador alemán era vegetariano, abstemio y abominaba a los fumadores. En cambio Churchill era un gran bebedor (especialmente whisky) y fumador (sólo puros). Los consumía asiduamente. La historia, todos lo sabemos, consigna que las gestiones de Winston Churchill fueron indispensables para frenar el avance del nazismo que amenazaba al occidente democrático y para la ulterior derrota de Hitler.